Investigación rutinario-extraordinaria provocada por la muerte de tres pensamientos abrasados en el transcurso de la madrugada






- Háblame de las noches calientes.

- Las noches calientes son quietas, mudas; se te echan encima de repente. Y te pesan. Te pesan todas largas horas en los muslos, y en el torso. Son cachivaches ardientes, las noches calientes. Pura espesura de lo denso; la tierra negra, refleja el cielo. Y en la esfera oscura, tan sólo se permiten ser las grandes estrellas del cielo, las protagonistas de la penumbra. Y Luna, que luce cruel e inclemente, como un sol apagado y enfurecido - deseando quemar la tierra, tan cerca...

- ¿Algo más?

- ¡La Luna es mala!
   .
   .
   .  

  Ella nos mata.
   .
   .

  Está celosa.







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