Ayer vino una mujer a besarme, acercó su mano a la mía y entrelazó nuestros brazos; se acercó.
La miraba a los ojos, esto no puede ser, no puede ser. Se acercaba, y yo agitaba la cabeza, y decía no. Y ella decía, si no es nada. No es nada, claro.



 Hete aquí el problema.

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