Secaré todas y cada una de tus lágrimas
hasta que mi cuerpo se pudra y se rompa,
y aunque ya no pueda hacerlo más,
aún entonces los huesos de mis manos querrán seguir rozando tus mejillas.
Hermosas palabras, aunque lo que dices suponga demasiado esfuerzo, a veces tan inútil...
ResponderEliminarSaludos
Eh! No tiene por qué ser inútil, Martín
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